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Entrevista a Mili Rabasa, artista de la ciudad: “Quiero que mis cuadros me sorprendan”

Escribe: Marcos Borrás
Redactor de La Opinión

La joven cuenta de qué manera desarrolló esa íntima necesidad que tuvo desde muy chica y que la trasladó a la práctica de distintas formas de hacer arte. Por otro lado, destaca el papel fundamental que...

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Entrevista a Mili Rabasa, artista de la ciudad: “Quiero que mis cuadros me sorprendan”

Escribe: Marcos Borrás
Redactor de La Opinión

La joven cuenta de qué manera desarrolló esa íntima necesidad que tuvo desde muy chica y que la trasladó a la práctica de distintas formas de hacer arte. Por otro lado, destaca el papel fundamental que ejerce el taller “El Cubo” para el desarrollo y promoción de las artes trenquelauquenses.

Mili Rabasa se define como una joven curiosa. Ese rasgo de su personalidad, muy evidente por cierto, ha logrado contactarla con diversas expresiones artísticas que fueron formándola en su desarrollo personal y guiándola en su elección profesional.
Ya desde muy chica, Mili mostró una gran inquietud por hacer, cortar, desarmar y volver a armar. “Creo que fue una necesidad”, dice la entrevistada en relación a aquél lejano primer contacto con el arte. Hoy tiene 19 y se encuentra cursando el 2º año de la carrera de arquitectura en la ciudad de La Plata. “Cuando era chiquita, en mi casa me decían tijerita”, cuenta riendo. “Porque todo lo transformaba en algo. Tenía una hoja o agarraba cualquier papel que encontraba o lo que sea y le pegaba hojas, lo cortaba, lo rompía. Siempre estaba inventando algo, dibujando y siempre queriendo hacer”, afirma la artista quien, tiempo más tarde de aquellas primeras indagaciones, se relacionó con la docente local Guillermina Crowder con quien “aprendí a usar distintos materiales y nunca tuve ningún tipo de límites”. Ese paso por las clases de Crowder también la llevó a conocer el tierno mundo de títeres que la creadora del taller “Mamamasa” despliega desde hace años en Trenque Lauquen.

EL CRECIMIENTO
“Luego estuve varios años haciendo cosas en mi casa y siempre sola. Pero, de esa manera, se crece muy poco”, comenta. Fue así como un buen día, la joven conoció a otra docente local que le brindaría un espacio artístico donde poder desarrollarse fructíferamente: Magui Delfino. “La conocí así, en la calle, de manera muy natural. Y ella me invitó a ir a su taller y fui. Yo soy así, me da curiosidad algo y me meto. En ese lugar conocí a todos los integrantes de ‘El Cubo’. Me quedé y estuve haciendo algunas cosas. Y ellos me aceptaron como si me conocieran de toda la vida. Yo había caído ahí sin saber con qué me iba a encontrar. A la única que conocía era a Magui y tampoco la conocía demasiado. Ahí te das cuenta que ellos están abiertos a todo. Empecé como una alumna de Magui que iba a la tarde, después empecé a ir desde las dos de la tarde y me quedaba hasta las ocho o nueve”, cuenta risueña.
Ese año, 2006, Mili Rabasa hizo la primera muestra como alumna de Magui en la Estación del Ferrocarril. Después, al otro año, viajó a La Plata para estudiar arquitectura.

LA CARRERA ELEGIDA
Llegar a definirse por la arquitectura como carrera a seguir no fue para nada una tarea fácil en una persona cuyas motivaciones se desarrollaban en un amplio espacio creativo. Bellas Artes, Diseño y Arquitectura eran las tres alternativas que Mili contemplaba. “Las tenía a las tres en vista”, cuenta. Pero esta elección fue definida e incentivada por otro integrante de ‘El Cubo’. “Javier Núñez es arquitecto y siempre me habló de la arquitectura y un par de veces fui a su estudio y estuve viendo cómo era su trabajo. Me había anotado en Bellas Artes y, el día del ingreso, empecé arquitectura”, explica con una sonrisa.
¿Cuáles fueron las razones de tan brusco cambio? “A la arquitectura la veía demasiado completa y a Bellas Artes como algo que lo podía seguir haciendo de manera paralela. Por otro lado, Ricardo “Calalo” Bossié es hermano de mi abuela. Y cuando hablaba del tema con él, siempre me decía ‘yo nunca estudié en ningún lado Bellas Artes porque a mí no me gusta que mis cuadros tengan influencia’. Entonces, tomando un poco eso también, yo realmente no sabía si me iba a gustar estudiar exclusivamente Bellas Artes. Así que empecé a estudiar arquitectura y me encantó”, afirma.

ARTE Y ARQUITETURA
Mili Rabasa asegura que uno de los profesores a cargo de una de sus cátedras en la Facultad de Arquitectura de La Plata tiene una característica con la cual ella se siente identificada. “Uno de los profesores pinta, escribe, es completo. Así que todo su trabajo tiene como base la creación. A mí me ocurre lo mismo. Si yo no pintara o si no hiciese todas estas cosas no sé si podría estar estudiando arquitectura como lo estoy haciendo. Hay algunos proyectos de arquitectura que yo los arranco a partir de un cuadro. Porque uno se libera de todo tipo de problemas y yo empiezo esos proyectos como si realmente fuera una obra de arte”, expresa y, en ese aspecto, agrega que “no sé si me considero una artista pero mientras uno sienta total libertad para hacer cosas pienso que ya está. No es necesario pintar para ser artista. Puede ser artista un zapatero que realiza bien su trabajo o el cocinero que cocina bien”, afirma.
En ese mismo sentido, sostiene que “es muy importante que en lo que uno vaya creciendo pueda tener esa libertad. Yo tuve la suerte de que todo mi entorno nunca me exigió hacer el cielo celeste porque también puede ser azul y también puede ser naranja. Porque es tan artista, como decía, el que hace zapatos como el nene que no tiene idea y se le ocurre pintar el cielo de otro color”, comenta.

SIN BARRERAS
“A mí me encanta todo lo que sea textura”, indica Mili al momento de contar de qué manera trabaja. “Cuadros con madera, con arena y que tengan muchas cosas. Es decir, no me quedo sólo con la pintura y si es óleo no le puedo meter acrílico. No me pongo ninguna barrera. Yo hago los cuadros y lo primero que quiero es sorprenderme yo misma con los cuadros que hago. Creo que ahí está la cuestión, que uno haga la obra y que el primero en sorprenderse sea uno mismo”, señala al tiempo que recuerda una experiencia con la agrupación artística “Elevados al Cubo” con la que expuso alguna de sus obras. “La muestra en la que participé con El Cubo fue todo un desafío. El tema de exponer, mostrar lo que uno había hecho. Lo que a mí me pasó con esa exposición es que un montón de gente fue a verla y volvía a verla otra vez. Y sentir que también le llega a otra persona lo que vos hiciste es muy bueno. Creo que uno hace que la gente sea parte de la obra cuando la persona al mirar, piensa y la obra le llega de una determinada manera, de esa manera que cada uno quiere teniendo en cuenta lo que la obra le transmite”, indica la artista.

SIEMPRE EL CUBO
Mili no puede dejar de elogiar el trabajo que El Cubo realiza en la ciudad. “Es un lugar al que se acerca todo el mundo. Pienso que El Cubo es más de lo que creemos. Porque hoy en día no hay un lugar que convoque artistas. Cada vez que voy digo ‘qué bueno que estoy acá y cada vez que me voy digo ‘qué bueno que vine’”, comenta.
Luego agrega que “hay momentos en que estamos todos juntos trabajando en cosas diferentes, algunos están soldando, otros están pintando, otros están con el lápiz y en ese clima salen las rondas de mate y cada uno está en su trabajo personal y, sin embargo, todos estamos en todo. Porque nos vamos observando cómo trabajamos, tirando ideas. Y se produce un crecimiento continuo”.

"PARA ALEGRARSE MÁS"
El recorrido que Mili Rabasa ha hecho con el arte en la ciudad la ha llevado a contactarse con muchos artistas trenquelauquenches. El taller de Juana Orellana para ampliar su visión artística, Cecilia Fedele para realizar un trabajo de investigación sobre el movimiento muralista desplegado en Trenque Lauquen, el contacto personal y vía mail con el reconocido artista Omar “Chacho” Brachetti quien la guío en el citado trabajo y, por supuesto, la docente Magui Delfino por quien guarda un inocultable afecto. “Magui es increíble como persona”, comenta.
Por último, la entrevistada define de manera particular la actividad que realiza y de la cual saca todas las motivaciones para desarrollar su cotidianeidad con energía. “Hay una frase en una de las paredes de ‘El Cubo’ que fue escrita por un niño alumno de Magui: ‘El arte sirve para alegrarse más’. Creo que por ahí anda. Es así, esto es mi felicidad, es lo que quiero. Lo busco para todo. A la arquitectura la relaciono con esto, a mi vida la relaciono con esto. Yo no podría hacer algo separado de esto que siento”, culmina Mili Rabasa, artista trenquelauquense.

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